«Hice a mi cuerpo amigo del viento y la distancia,
y me fui a buscarle una verdad a mi corazón,
algo tan grande como el cielo y las montañas,
y tan pequeño como una gota de rocío»
Hablando de la libertad – La Renga
Ésta es la habitación de mi tía abuela Nelly, que hoy, tendría 90 años. Dormí unas noches en su cama, miré por su ventana. Contemplé los retratos de niños en las paredes, entre los cuales están mi papá y mi tía. Abrí sus cajones, revisé sus cosas. En el cajón de la mesa de luz, encontré una postal con fecha del 25 de diciembre de 1976 en la cual le deseaba a su madre -mi bis abuela- una feliz navidad y próspero año nuevo. También le decía que la quería mucho y que esperaba visitarla pronto. Me vi reflejado en su espejo, sentí su presencia. En la tarde que volvía a casa, minutos antes de partir, tomé ésta fotografía.
El fin de semana fue soleado, y con un poco de viento. Habíamos ido a pintar la casa de mi abuela Norma en Jaureguiberry, que queda a 80 km hacia el este de Montevideo. En ese momento nos estábamos tomando un recreo en la playa, con la satisfacción del trabajo (casi) terminado. El Tony tocaba una canción que entre los tres cantábamos con sentimiento. Yo me había llevado la cámara y sentí que era un momento ideal para una fotografía, uno de esos momentos que vale la pena recordar para siempre. La fotografía, por su naturaleza, era apropiada para este propósito.