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David en la cama. Leipzig – Alemania. (Nan Goldin, 1992)
Acostumbrados al constante disparo de la artista, la cámara no resultaba una herramienta intimidante para sus amigos. El tercer ojo de Nan logró registrar con naturalidad los momentos más privados. Sus fotografías no resultan en una mirada intrusa, sino en una extraña familiaridad. Son fotografías que tienen un valor para quienes forman parte de ellas, son personales e inmediatas.
Las herramientas no son más que extensiones del cuerpo. Con el fin de facilitarnos la elaboración de tareas, cambiamos de una en otra en armonía natural. Las personas requieren diferentes herramientas que varían de acuerdo a sus necesidades: los matemáticos necesitan una calculadora, los artistas pinceles y los bomberos mangueras. Para Nan Goldin, tener una cámara cerca resulta en la satisfacción de su mayor necesidad.
“La gente que aparece en mis fotos dice que estar con mi cámara es como estar conmigo. Es como si mi mano fuera una cámara. En la medida de lo posible, no quiero que haya ningún mecanismo entre el momento de fotografiar y yo. La cámara es parte de mi vida cotidiana, como hablar, comer o tener sexo. Para mí, el instante de fotografiar, en vez de crear distancia, es un momento de claridad y de conexión emocional. Existe la idea popular de que el fotógrafo es por naturaleza un voyeur, el último invitado a la fiesta. Pero yo no soy una colada; esta es mi fiesta. Esta es mi familia, mi historia”.
The Doors, Morrison Hotel, Los Angeles. (Henry Diltz, 1969)
Ray Manzarek y su esposa Dorothy conducían por el centro de L.A. cuando vieron el Hotel Morrison. Cuando la banda fue a disparar fotos allí, el tipo detrás del mostrador les dijo que necesitaban el permiso de los propietarios, y que éstos estaban fuera de la ciudad. Así que Diltz y la banda fotografiaron frente a la ventana y cuando el recepcionista dejó el escritorio por un momento, entraron corriendo y tomaron esta foto, la cual se convirtió en la portada del álbum Morrison Hotel.
«Disparé un rollo de película antes de que nos echaran» Henry Diltz
Bandit’s Roost, 59½ Mulberry Street. (Jacob Riis, 1888)
La ciudad de Nueva York, a finales del siglo XIX, era un imán para los inmigrantes del mundo, y la gran mayoría de ellos no encontraba calles pavimentadas con oro sino una miseria casi sub-humana. Mientras la sociedad educada hacía la vista gorda, reporteros valientes como el danés Jacob Riis documentaron esta vergüenza de la Edad Dorada. Riis lo hizo aventurándose en los barrios más siniestros de la ciudad con sus brillantes luces de polvo de magnesio, capturando el crimen casual, la pobreza de molienda y la superpoblación espantosa. El más famoso de éstos era la imagen de Riis de una cuadrilla de la calle del Lower East Side, que transmite el peligro que acechaba alrededor de cada curva. Tal trabajo se convirtió en la base de su libro de revelación How the Other Half Lives, que obligó a los estadounidenses a confrontar lo que habían ignorado y galvanizado a reformadores como el joven político de Nueva York Theodore Roosevelt, quien escribió al fotógrafo: «He leído tu libro, y yo he venido a ayudar «. El trabajo de Riis fue instrumental en la creación de la histórica Tenement House Act de 1901 del Estado de Nueva York, que mejoró las condiciones para los pobres. Y su acercamiento cruzado y estilo directo, de confrontación dio paso a la era del fotoperiodismo muckraking.
«Por lo tanto, digo, en la batalla con el barrilete ganamos o perecemos, no hay medio camino».
Jacob Riis