Una de las fuerzas más grandes del universo, la que mueve nuestros motores que por alguna razón, con el pasar del tiempo olvidamos. La inocencia y la autenticidad del ser en su más pura expresión, el amor de una niña. Con la capacidad, por su condición de niña, de no seguir ninguna corriente, de no juzgar ni señalar, sin el interés de ganar ni tener razón, simplemente aceptar, ser y dar amor. Y qué mejor representado que en una flor, eso que con tranquilidad y sin esfuerzo crea la naturaleza para deleitarnos la vista y el alma. La mezcla perfecta entre naturaleza y amor, un momento tan puro y sincero reflejado en el brillo de esos ojos pequeños y esa tierna sonrisa al decir sin hablar: tomá, es para vos…
Marcos Reyes
HERMOSA FOTO
Gracias Nibia! Abrazo grande